Hace un tiempo disfrutaba enormemente encontrarme con amigas al finalizar la tarde, conversar y tomarme una taza de café con un trozo de ponqué, hasta cuando analice que esa era la hora en la cual, cuando era pequeña mi mamá nos reunía y con mis hermanos tomábamos café con pan, para ella era especial ese momento, y lo mismo se generó en mí.
En la actualidad he evidenciado que cada vez que tengo un evento muy alegre, o muy triste, o ha pasado algo durante el día con algún significado especial, o que me haya movido emocionalmente mi refugio alimenticio sigue siendo el dulce, a través de las tortas, o postres, creo que continúo manteniendo el encuentro que tenía con mi madre a través de este alimento. Adicional, a lo anterior, mi padre era amante de la comida dulce, y hubo momentos en la niñez (muy pocos) en los cuales el preparaba dulces tradicionales y participábamos de esta elaboración. La emoción, la nostalgia