Inicio Foros Foro de la materia 18: adicciones y suicidios en biodesprogramación Que heridas emocionales pueden estar detrás de una aducción

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    Elizabeth Delgado
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    Heridas emocionales familiares que pueden estar detrás de una adicción

    Una adicción no siempre es el problema principal, sino una respuesta emocional a un sufrimiento profundo. Muchas personas con adicciones están, en realidad, intentando calmar un dolor antiguo, muchas veces nacido en el entorno familiar. Estas son algunas de las heridas más comunes:

    1. Falta de amor incondicional

    Cuando el amor en la infancia fue condicionado al rendimiento, la obediencia o el comportamiento “adecuado”, el niño crece sintiendo que no es suficiente tal como es. La adicción puede surgir como una forma de escapar de esa sensación de vacío y carencia de afecto genuino.

    2. No sentirse visto ni escuchado

    Haber crecido en un hogar donde no se validaban las emociones o no se permitía expresarlas genera una sensación de invisibilidad. Las drogas, el alcohol, la comida o incluso el trabajo excesivo se convierten en una forma de anestesiar la frustración o de llamar la atención de forma indirecta.

    3. Heridas intergeneracionales

    A veces las adicciones se heredan, no solo biológicamente, sino emocionalmente. Padres que no sanaron sus propios traumas pueden repetir patrones con sus hijos, perpetuando ciclos de dolor, abandono y desconexión.

    4. Responsabilidades invertidas

    Cuando un niño debe cuidar emocionalmente a sus padres (rol de “niño parentalizado”), pierde su infancia. Al llegar a la adultez, busca en la adicción una forma de recuperar el control, evadirse o rebelarse contra esa carga injusta.

    5. Ambientes familiares disfuncionales

    Violencia, silencios, secretos, favoritismos o adicciones previas en la familia generan un entorno inseguro. El cuerpo y la mente aprenden a sobrevivir, y la adicción aparece como un intento de autorregulación emocional.

    En resumen

    La adicción no es debilidad ni falta de voluntad. Es muchas veces una señal de que algo dentro duele profundamente y no ha sido escuchado. Sanar esas heridas implica mirar atrás con compasión, reconocer lo vivido y atreverse a romper el ciclo.

    La adicción muchas veces es solo la punta del iceberg. Detrás puede haber una historia de dolor no resuelto, donde la familia —consciente o inconscientemente— desempeña un papel clave. Trabajar en esas heridas, a través de terapia y un entorno seguro, es fundamental para una recuperación profunda y duradera.

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