¡Wow! Si yo hubiera conocido las 7 Leyes Universales desde los 5 años, hubiera crecido vibrando en amor puro, hubiera mantenido la alegría y la capacidad de sorpresa hasta de lo más pequeño y de los más grande, me imagino a mis padres haciéndome consciente de cada vez que lloraba por algo, entendiendo desde pequeña que nadie me hace daño, sino que yo soy quien permito hacerme daño a través de otros, y aquello que llega a mí es porque estoy vibrando bajo o vibrando alto. Qué debo aprender a vivir en neutralidad, en el aquí en el ahora, disfrutar del presente, dejar de divagar en el pasado o en el futuro que aún no llega, que mi pasado es sólo un aprendizaje que debo recordar y que hoy forjo mi futuro y que va a ser tan brillante y tan hermoso como yo lo crea. Que debo hacerme responsable de lo mío y no debo buscar salvar a nadie, que todo habla de mí, que yo soy quien me debo amar primero y quien debe sanar primero, para poder amar a otros. Que la vida se puede vivir con ligereza, que la creencias familiares no son santa palabra. Que la vida es un simple juego, que debo aprender a jugarlo y que las 7 Leyes Universales son las reglas del juego, si las aplico bien, aprenderé a fluir en amor, en paz, a vibrar alto.
Si me imagino la mujer que sería hoy si hubiera aprendido estas leyes e imagino a todos los hombres y mujeres del planeta con este conocimiento, viviríamos en paz, sin juicios, sin culpas, sin guerras, todos vibraríamos alto, viviríamos en abundancia de todo, abundancia de amor, creyéndonos merecedores de lo mejor, atrayendo lo mejor y creando el futuro con pensamientos positivos.
No tendríamos tiempo para imaginar momentos catastróficos, porque un pensamiento negativo nos sacaría de la alta vibración a la que ya estaríamos acostumbrados, por lo que buscaríamos volver a sentirnos bien, vibrando alto.
Creo que viviríamos en el Paraíso, volveríamos al Edén, ya no habría mal ni bien, pues entenderíamos que todo es perfecto como es, un simple juego que nos invita a aprender y para pasar de nivel, debemos demostrar que aprendimos esa lección de vida.
¡Qué hermoso!