Encontrar un equilibrio no siempre es fácil a menos que hayamos trabajado todas nuestras heridas de la infancia, en lo personal reconozco que siempre me he inclinado más por mi papel de mujer que por el papel de mamá. Ahora puedo comprender amorosamente que al ver cómo mi mamá sufría por ser mamá y a su vez cómo mi abuela presionaba por ser «buena» mamá antes que mujer, tuvo mucho peso en mi clan.
Recuerdo que mi mamá trataba siempre de verse bonita y se arreglaba, pero mi abuela la criticaba y peleaban demasiado. Eso llevó a mi mamá a ser muy dura conmigo y mis hermanas, ella era la proveedora y fue una madre ausente pero muy estricta. Las pocas veces que la vi sonriendo o feliz, pude ver que disfrutaba ser mujer aunque fuera por momentos, la recuerdo mucho perfectamente arreglada, maquillada, con tacones y perfumada, su cara feliz, empoderada.. era lo que yo quería ser.
Cuando crezco y soy madre, automáticamente adopto mi rol de mamá sufrida y abnegada porque no tuve una mamá amorosa, pero a la par me doy cuenta que eso no me hace feliz, ser una mamá que solo veía por sus hijos y se abandonaba era lo que menos quería ser y me sentía muy culpable, sin embargo seguí adelante con la convicción de que si yo estaba bien, mis hijos estarían también lo estarían.
No creo haber sido la madre perfecta, pero he sido lo he querido ser: mamá profesionista, que ha disfrutado su sexualidad con cada vez menos tabú, sin miedo a verme bonita y sensual, sin miedo a que me vean como la mala por haberme dedicado tiempo a mi.
Si me preguntan que si encontré un equilibrio?, la respuesta es NO, no creo.. solo sé que he hecho lo mejor posible y lo que me he sentido que me hace feliz.