Llegue a la vida adulta con un apego ansioso-ambivalente, preguntándome porque el amar dolía, enojada por la necesidad de querer estar en pareja, aunque parecía dañino, sintiéndome destinada al fracaso marital.
Llegue a la vida adulta victimizándome, en dependencia emocional, sintiéndome frágil y aterrada de vivir, pero lista para la muerte.
Llegue a la vida adulta buscando respuestas, sin embargo, DIOS sabía que aún no estaba lista para encontrar, entender, aprender, descrear y recrear.