Si a los niños se les enseñaran las leyes universales desde los 10 años, creo que veríamos una generación más consciente de la conexión entre sus pensamientos, emociones y el mundo que los rodea. Podrían desarrollar una comprensión más profunda de cómo sus acciones tienen consecuencias, lo que podría fomentar una mayor responsabilidad personal y empatía hacia los demás. Considero que esto podría conducir a una sociedad más armoniosa, donde las personas están más alineadas con sus propósitos y más conscientes del impacto que tienen en su entorno. Podrían manejar mejor los desafíos de la vida manteniendo una perspectiva equilibrada.