Si las personas aprendieran las Leyes Universales desde los 12 años, el panorama en la sociedad podría ser profundamente transformador. Desde una edad temprana, los jóvenes tendrían la capacidad de entender que todo lo que sucede en su vida está conectado con sus pensamientos, emociones y acciones. Esto les permitiría ser más conscientes de su propio poder para crear su realidad y tomar decisiones más responsables, basadas en el entendimiento de que cada acción tiene una consecuencia.

Las Leyes Universales también fomentarían una mentalidad de responsabilidad personal y colectiva. Los adolescentes, al comprender la Ley de Causa y Efecto, por ejemplo, aprenderían a reflexionar antes de actuar, entendiendo que sus decisiones afectan no solo a su vida, sino también a los demás y al entorno. Esto podría llevar a una sociedad más empática, menos reactiva y más consciente de la importancia de la cooperación y el respeto mutuo.

Si los jóvenes crecen con estos principios, la sociedad podría volverse más equilibrada, armoniosa y menos centrada en el conflicto. En lugar de culpar a factores externos, las personas estarían más inclinadas a mirar dentro de sí mismas para encontrar las raíces de sus problemas, tomando responsabilidad activa por su bienestar.

En resumen, el aprendizaje de las Leyes Universales desde los 12 años podría generar una sociedad más consciente, responsable y empática, en la que las personas se vean como creadores de su propia realidad y como parte integral de un todo mayor.