Para que un acto simbólico funcione la persona debe tener claro qué es lo que quiere sanar y por qué lo quiere sanar y más cuando hay un dolor o afectación de base (enfermedad). Fuera de hacer un acto de relajación para conectar o tal vez de hipnósis para adentrarse al inconsciente y tener claridad en la ubicación del programante y/o el desencadenante. Al diseñar o realizar un acto simbólico este me debe mover las fibras de mi emoción y tener la creencia y certeza de que este reparará o sanará; es decir generará una acción en mi hasta lograr la sanidad.