Desde el embarazo se empiezan a configurar las heridas, ya que la mamá va pasando lo que siente al bebé, agregando lo que vivió en la infancia, lo cual va configurando heridas como abandono, rechazo, humillación, traición, justicia, pudiendo agravarse con tratos negligentes por parte de los cuidadores. Después viene la adolescencia, donde van buscando identidad y pertenencia, que frecuentemente es donde detonan estas heridas y podrían iniciar ahí una adicción.