Es sabido que en los primeros 8 años de vida de una persona se graba, guarda y programa la información básica que nos hará generar o crear un estado del ser extendido durante nuestro crecimiento. Aquellas creencias potencializadoras o limitantes tendrán nido en esas importantes edades. Aunque si bien el estado extendido del ser no tendría que ser permanente ya que como bien lo dice la ley del ritmo lo único seguro es el cambio, es el movimiento, por tanto somos seres humanos que involucionan para poder ir hacia adelante generando un va y ven propio de cada proceso.
Aún con toda esta información nuestro inconsciente nos la juega pues las creencias bases se solidifican muy a pesar de que no estamos en una edad donde nuestra conciencia y capacidad de análisis sobre lo que hacemos o no esté tan lista para desechar cualquier creencia limitante que haya sido instaurada por nuestros progenitores o tutores.
Es por eso que si desde los 5 años nuestros guías nos dieran esta información de forma que pudiéramos digerirla correctamente a esta temprana edad nuestra historia como humanidad sería muy distinta, podríamos tener una mayor conciencia sobre el lenguaje que utiliza el universo y que extiénde hasta nosotros para poder tener una comunicación asertiva en el ritmo de la vida.
Entender que todos somos uno y que desde ahí debemos partir para tomar las decisiones adecuadas y correspondientes hacia el beneficio universal evitaría que hubiera tanto auto sabotaje o tanto egoísmo en el mundo, las prioridades serían otras y no la ambición por el dinero, el poder, el sexo y la guerra. Podríamos comprender que si bien el ser humano es complejo tiene la capacidad de moverse de grado en la linea entre lo oscuro y lo luminoso (ley de la polaridad) haríamos todo por permanecer la mayor parte del tiempo en vibraciones elevadas.
la causa y consecuencia del devenir sería sin duda mas evolucionado. El universo es una transmutación y tranfomración constante. De eso trata la vida y si desde pequeños lo supiéramos no habría tanta destrucción, habría un equilibrio natural y orgánico como la danza del mar que si bien una ola arrolla y destruye de la misma forma acaricia su retorno al origen. Ese sería el fin; encontrar la justa medida sin cargar la balanza hacia la oscuridad.

Ingrid Águila