Desde el momento en el que el consultante llega a la sesión, es importante que lo observemos y escuchemos con atención. Desde cómo viene vestido, si está arreglado o no, su semblante, mirada, postura corporal, manera de saludar o presentarse, etc. Todo ese lenguaje verbal y no verbal.
Al principio y durante la sesión, continuamos observando y escuchando detalladamente su forma de hablar, las palabras que usa más seguido, movimientos corporales, su respiración, tono de voz, ritmo al hablar, etc. Es así como vamos a crear la igualación con el otro, es decir, empatizar con el consultante. De esta forma, buscamos crear un ambiente en donde se sienta cómodo, comprendido y en confianza.
Esta igualación se logra por medio del espejeo, ya sea cruzado o directo; y se refiere a una imitación de algún movimiento sutil que haga el paciente. Es hacerlo sentir comprendido, que somos capaces de ponernos en sus zapatos y que podemos sentir lo que él/ella siente ante la situación que nos platica.