Si se integrara el conocimiento de la Medicina Germánica con la medicina convencional, podríamos transformar profundamente el enfoque hacia la salud, entendiendo que las enfermedades no son solo fallas físicas, sino respuestas biológicas con sentido ante conflictos emocionales vividos. Esta integración permitiría tratamientos más personalizados, donde se aborde tanto el origen emocional como el síntoma físico, promoviendo un rol más activo del paciente en su proceso de sanación. Además, ayudaría a comprender mejor las recaídas, resistencias y sanaciones espontáneas. Sin embargo, esta unión requiere criterio, ética y formación rigurosa, ya que el rechazo total de una u otra corriente puede ser riesgoso. La verdadera integración permitiría ver al ser humano como un sistema completo, donde cuerpo, mente y alma trabajan juntos en el restablecimiento del equilibrio y la salud profunda.