La Ley de la Polaridad me recuerda que todo tiene dos polos opuestos.
Luz y oscuridad, amor y odio, éxito y fracaso, todos son parte de un continuo en el que podemos transitar, ajustando nuestra vibración y percepción.
Cuando enfrento situaciones negativas o emociones difíciles, me pregunto: ¿qué lección o bendición está aquí? Esto me ayuda a evitar el papel de víctima y a transformar lo negativo en una oportunidad para crecer. Con el tiempo, los fracasos se convirtieron en los cimientos de mi fortaleza.
Cómo uso esta ley a mi favor:
Reconozco y valido mis emociones sin juicio.
Cambio mi enfoque buscando el aprendizaje en la adversidad.
Ajusto mi vibración para ponerla en alto.
Esta ley me ha enseñado que todo tiene un propósito y que tengo el poder de elegir hacia dónde quiero moverme. La vida no me sucede, sino que sucede para mí.