El vitiligo se puede comprender en distintos niveles. Desde la medicina, lo que falla son los melanocitos, que dejan de producir melanina por un ataque del sistema inmunológico, lo que genera la despigmentación. Pero desde la biodesprogramación, más que un fallo físico, se trata de un mensaje simbólico: la piel expresa un conflicto de pertenencia, identidad o separación no resuelto. Es como si el cuerpo manifestara de manera visible ese “no me siento parte” o “no quiero ser visto de esta forma”.
integrando ambas miradas: lo biológico muestra el daño en los melanocitos, pero lo emocional nos invita a mirar en qué momento de la vida la persona sintió que no encajaba, fue rechazada o no pudo “defender su color”. Así, más que un problema de piel, se convierte en una oportunidad para trabajar la reconciliación con uno mismo y con la propia identidad.