Todo en el universo vibra, incluso nuestros pensamientos y emociones. Lo que sentimos y pensamos emite una frecuencia, y esa frecuencia atrae experiencias similares. Si vibramos en miedo, atraemos más miedo. Si vibramos en amor, creamos más amor a nuestro alrededor.
Si te despiertas enojado y mantienes ese estado (piensas en lo que te molesta, hablas con enojo, actúas con tensión), es probable que tengas un mal día: discusiones, caos, frustraciones.
Pero si decides respirar profundo, agradecer, y pensar en algo que te motive o te haga sonreír, cambias tu vibración… y con ello, cambian las personas y situaciones que atraes.
Tú eliges desde qué frecuencia vibrar cada día. Y al hacerlo, eliges también el tipo de vida que vas a construir.