Los jóvenes desarrollarían una visión más profunda de sí mismos y del mundo que los rodea. Aprenderían a tomar decisiones conscientes, entendiendo la conexión entre sus pensamientos, emociones y acciones. Esto no solo favorecería su crecimiento personal, sino que también contribuiría a una sociedad más responsable y solidaria, donde las personas serían más empáticas y menos propensas a los conflictos innecesarios.